Hovland planteó las bases de sus primeros estudios acerca de los procesos de aprendizaje del ser humano, donde advierte ya que la respuesta derivada de un estímulo descienden a medida que aumenta el intervalo temporal desde que se ejerció la prueba experimental, así como las circunstancias cognitivas que se producen en el interregno. Entiende también que las aplicaciones empíricas están vinculadas al ambiente y contexto en los que se realizan y, por ello, la prueba tiene un carácter de una inducción desencadenante, dada en un momento y ambiente, casi nunca iguales a los que se dan en una respuesta derivada de una experiencia real.
A partir de la segunda guerra mundial empezaron sus estudios sobre la la persuasión y sus efectos en el cambio de actitud a través de la información y la propaganda. Ahí, pudo evaluar, las diversas producciones cinematográficas y documentales destinadas a elevar y mantener la moral de los soldados, y trató de conocer los efectos persuasivos no tanto de la información periodística como de la propaganda al analizar dichos efectos comenzó su trabajo destinado a desentrañar los procesos y amalgamas capaces de hacer cambiar de opinión y modificar una conducta.
Hovland, a pesar de
su temprana muerte, es considerado en Estados Unidos como unos de los cuatro
‘padres’ teóricos de la comunicación, junto con Lasswell, Lazarsfeld y Lewin. La amplitud experimental de su trabajo y su
tolerancia teórica –su capacidad de cuestionamiento- aparecen no sólo como
fundacionales de la vertiente psicológica de la comunicación y de la psicología
cognitiva, sino, en palabras de Schramm (1963), convierten a Hovland en el autor con la
“contribución más grande” en el ámbito de la comunicación.
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